sábado, 8 de septiembre de 2012

Manuel Antonio Montenegro Reyes, un amante de la leyenda, lanza dos libros: Cuentos del río y El Capitán Dog. Un hondano que se destaca.


Manuel Antonio Montenegro Reyes

 Colombia » Chocó » Cértegui

CUENTOS de rio

14 CUENTOS ASOMBROSOS E INSÓLITOS
$ 30.800,00
categoría: Cuentos
número/año de edición: 1/2012
etiquetas: cortos relatos a manera de anécdotas
número de páginas: 147
formato: 14 x 21 cm (con solapa), Rústico (pegado)
interior: Papel Bond 75 Grs, Blanco y Negro .
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El Capitán Dog

Relatos del Rio Magdalena
$ 34.200,00
categoría: Novela
número/año de edición: 1/2012
etiquetas: relatos novelescos
número de páginas: 174
formato: 14 x 21 cm (con solapa), Rústico (pegado)
interior: Papel Bond 75 Grs, Blanco y Negro.
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Tomado de:

domingo, 2 de septiembre de 2012

Jaime Buitrago "Pescadores del Magdalena" libro constumbrista


Libro de 237 paginas, escrito por Jaime Buitrago y publicado por Editorial Minerva . Bogotá. 1938. Aquí hay suficiente información sobre el arte la pesca, la constumbre de los pescadores, vocabulario de los mismo, lugares de pesca, el tesoro del Mesuno, en fin un libro que resalta a los pescadores del Magdalena, pero su ciudad protagonistas es Honda Tolima.
Este libro catalogado por la Biblioteca Luis Ángel Arango, y que podemos solicitar a la Biblioteca de Honda, se puede pedir así
PESCADORES DEL MAGDALENA
JAIME BUITRAGO.
CO
863.6
B84p

7 famosos rechazos literarios Por Revista Arcadia.com


Libros

Hace unos días, ‘The New Yorker’ publicó un cuento de F. Scott Fitzgerald que había rechazado en 1936 por considerarlo demasiado fantasioso. Con motivo de esta historia recordamos otras obras, de grandes escritores, que fueron rechazadas por las editoriales.

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Por: Revistaarcadia.com.
Publicado el: 2012-08-10
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El cuento de F. Scott Fitzgerald, “Gracias por la luz”, fue rechazado en ‘The New Yorker’ porque a los editores les pareció demasiado fantasioso y muy diferente al tipo de cosas que el autor solía escribir. Como este caso se conocen muchos más, compartimos algunos de ellos.
1. En busca del tiempo perdido de Marcel Proust
André Gide, que trabajó de lector para Gallimard, devolvió En busca del tiempo perdido al editor con un comentario del que se arrepintió más tarde: “No puedo comprender que un señor pueda emplear treinta páginas para describir cómo da vueltas y más vueltas en su cama antes de encontrar el sueño”.
2. Lolita de Vladimir Nabokov
Muchos editores tuvieron miedo de publicar Lolita por ser demasiado obscena. Una de las cartas de rechazo decía: “Es nauseabunda, incluso para un progresista. Para el público será repugnante. No venderá y le hará un daño inmensurable a su reputación… Recomiendo que la entierre bajo una piedra durante mil años”.
3. El túnel de Ernesto Sabato
Cuando Sabato ofreció su libro en 1948, fue rechazado por todas las editoriales de Buenos Aires. Tuvo que resignarse a que lo publicaran en la revista Sur, que era dirigida por Victoria Ocampo. Pronto, El túnel llegó a las manos de Albert Camus, quien elogió su obra y movió influencias para que fuera publicada por Gallimard.
4. El Aleph de Jorge Luis Borges
La carta de rechazo dirigida a Borges decía: “Lo siento mucho, pero es absolutamente imposible traducir este texto en algo que se venda. Está fuera de duda que es extraordinario, pero me parece que su excepcionalidad va en su contra. Lo rechazo con las apropiadas expresiones de asombro”.
5. La hojarasca de Gabriel García Márquez
García Márquez envió el manuscrito a la Editorial Losada de Buenos Aires, fue rechazado por el despistado Guillermo de Torre, el mismo que 25 años atrás había desechado los originales deResidencia en la tierra de Neruda. En una carta de respuesta al joven escritor de Aracataca, le aconsejaba que se dedicara a cualquier otro oficio diferente de la literatura.
6. La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela
Antes de llegar a la imprenta, fue rechazada por varias editoriales por lo tremendista de su argumento y el consiguiente miedo a la censura. "Le va a ser difícil publicar la novela, pero usted es joven y puede cambiar de oficio", le llegaron a decir.
7. The Bell Jar de Sylvia Plath
Al rechazar su libro le dijeron: “No se evidencia un talento lo suficientemente genuino para que nosotros lo tengamos en cuenta. Es una novela mal concebida y pobremente escrita, no le haríamos a nadie ningún bien si la publicáramos. A la heroína de la historia le falta profundidad, sensibilidad y autoconocimiento. El sentimiento general al terminar de leer es de vacío, incomodidad y banalidad”.
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Tomado de:

jueves, 17 de mayo de 2012

Pablo Ramos en conversatorio en la Biblioteca del Banco de la República de Honda

 Ana María Cuartas Peña y el escritor Pablo Ramos

El pasado jueves 17 de mayo realizo conversatorio en la Biblioteca del Banco de la República de Honda  el escritor argentino Pablo Ramos, invitado por la Red de Escritura Creativa RELATA del Ministerio de Cultura, quien hablo sobre su experiencia como director de talleres de escritura en Buenos Aires, literatura y narrativas contemporáneas. 
Pablo Ramos es autor del libro de poemas Lo pasado pisado (1997) . El origen de la tristeza (2003), , y las novelas El origen de la tristeza (2004), La ley de la ferocidad (2007, seleccionada como uno de los mejores libros extranjeros por la revista colombiana Arcadia). 
Su libro de relatos Cuando lo peor haya pasado(2005) obtuvo el primer premio del Fondo Nacional de las Artes (2003) y el primer premio del concurso Casa de las Américas de Cuba (2004). Ha publicado también la novela para jóvenes El sueño de los murciélagos (2009), que recibió el galardónThe White Ravens al ser seleccionada por la Jugendbibliotek. Su obra ha sido traducida al francés, al portugués y al alemán. Ademas de En cinco minutos levantate María (2010).


 Hugo Sabogal, Tiberio Murcia y Pablo Ramos
 Hugo Sabogal, Tiberio Murcia y Pablo Ramos
 Algunos de los asistentes posando con Pablo Ramos
 Algunos de los asistentes posando con Pablo Ramos
 Pablo Ramos disertando
Fotografías. Esp. Tiberio Murcia Godoy. Jueves 17 de mayo del 2012. Biblioteca Banco de la república Honda.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Evocando a Hector Rojas Herazo en Honda


El poeta, escritor, periodista Hector Rojas Herazo, maestro del Nobel García Marquez, estuvo en Honda, Jorge Garcia Usta trae a colación este importante apunte en su libro.Apenas habia hecho estudios de secundaria en Barranquilla antes de optar por el camino autodidactico, que sin embargo lo habilita para irse como profesor de literatura, dibujo y castellano a Honda, primero y después a Cali.

Esto según él mismo autor Rojas Herazo en carta personal enviada a H.R.H en el año de 1997, estuvo aquí en Honda escasos tres meses. En 1944, después de tres meses como profesor de arte y literatura en el Colegio General Santander de Honda, dirigido por Marco Ramirez Mendoza, llegue a Cali.

Tomado de:
GARCIA Usta Jorge. Rojas Herazo obra periodística 1940- 1970. Vigilia de las lamparas. EAFIT. Tomo I. Medellin.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Disertación del escritor, y poeta José Luis Díaz Granados

La Biblioteca del Banco de la República de Honda tuvo  a bien de invitar a la disertación del reconocido escritor y poeta José Luis  Díaz Granados, el pasado martes 6 de diciembre del 2011.
 Paula Andrea Tamayo Botero muy atenta a la disertación de Díaz Granados
 Asistentes.
 Asistentes.
 Asistentes.
 Dr. Manuel Guillermo Suarez. inmerso en la disertación.
José  Luis Díaz Granados con la palabra.
 El escritor José Luis Díaz Granados con el historiador Tiberio Murcia Godoy. Fotografía Ana Maria Cuartas Peña
 Asistentes posando con el escritor y poeta.
 Listos para la foto.
Ana Maria Cuartas Peña con José Luis Díaz Granados.
Fotografías. Esp. Tiberio Murcia Godoy. Martes 6 de diciembre de 2011. Biblioteca Banco de la República Honda.

viernes, 4 de noviembre de 2011

25 años de novela, según la Revista Credencial

Aquí están, en orden cronológico, las 25 mejores novelas que se han escrito en Colombia durante el cuarto de siglo de vida que está celebrando la REVISTA CREDENCIAL.
Con la colaboración de Margarita Valencia, Luis H. Aristizábal y Camilo Jiménez.
Celia se pudre, de Héctor Rojas Herazo. 1986. Continuación de una saga iniciada en la década de los sesenta con Respirando el verano y En noviembre llega el arzobispo, este es un libro clave por la belleza del personaje de Celia, por la narración de la vida cotidiana de un lugar llamado Cedrón y por la evocación que de aquel poblado hacen desde la ciudad diversas voces lejanas. Una larga novela sobre la melancolía. 

En diciembre llegaban las brisas, de Marvel Moreno. 1987. Una novela que muchos tildan de autobiográfica porque cuenta los días de una 'niña bien' en la Barranquilla de la década de los cincuenta. Compuesta por tres historias independientes que apena si se rozan, es atrevida e irónica. Los críticos han dicho que su trama transgrede el sistema patriarcal de la época y se burla de los esquemas sociales. Marvel pasó casi siete años escribiéndola y la terminó en París.

La casa de las dos palmas, de Manuel Mejía Vallejo. 1988. Con ella, Mejía Vallejo se alzó con el premio Rómulo Gallegos en 1989. Aunque medio país recuerda la historia porque la vio en televisión, vale la pena leerla: ahí están los símbolos, el lenguaje y los espacios clásicos de este autor. Ubicada temporalmente entre los años veinte y treinta, La casa de las dos palmas es la historia de una familia ―la Herreros― signada por un destino funesto y un padre cruel.

El general en su laberinto, de Gabriel García Márquez. 1989.Aquí están los últimos meses del libertador Simón Bolívar y su nunca logrado viaje para dejar estas tierras. Una novela triste y muy bella, inspirada en un libro que Álvaro Mutis decidió quemar y del que sólo quedó un relato titulado 'El último rostro'. Cuando Gabo se enteró, de inmediato se interesó en el tema y, tras recibir algunos documentos históricos por parte de Mutis, le dijo: "Ya sabrás de mí". Meses después se le apareció con esta joya.

Abdul Bashur, soñador de navíos, de Álvaro Mutis. 1991. En siete años ―entre 1986 y 1993― este autor escribió y publicó ¡ocho obras narrativas!, y todas son de excelente calidad; no por nada, García Márquez dice que semejante profusión es uno de los milagros de la literatura del siglo XX. Escogimos Abdul Bashur porque su trama es un homenaje a la amistad y porque en ella queda claramente dibujado el carácter de un personaje ya histórico: Maqroll, el gaviero.

Un beso de Dick, de Fernando Molano. 1992. Aunque tiene ya tres ediciones, no es fácil toparse con un ejemplar de esta novela, así que si lo encuentra, no se quede sin comprarlo: es una de las obras más impresionantes de la literatura colombiana. "Fernando Molano empezó a escribir Un beso de Dick para prolongar, de alguna manera, la vida del compañero que se le acababa de morir por culpa del virus protagonista de los últimos decenios", escribió Héctor Abad. Sí, Un beso de Dick es una historia de amor gay en los tiempos del sida.

Cartas cruzadas, de Darío Jaramillo Agudelo. 1993. Cuando se pensaba que el género epistolar agonizaba, Jaramillo se arriesgó con esta novela, narrada a través de doce años de correspondencia entre amigos, desde 1971 hasta 1983. Esas cartas terminan hablando del mundo cultural colombiano, del narcotráfico y del sueño americano, y también de la soledad de los hombres y del miedo a vivir. Una trama en la que participan muchas voces y que avanza sutilmente. 

Mambrú, de RH Moreno Durán. 1996. Una novela sobre la participación del batallón Colombia en la Guerra de Corea, evento que, por cierto, es uno de los menos recordados de nuestra historia. De ahí que en las últimas páginas Moreno Durán escribiera: "En mi país la verdad es incompatible con la historia". Narrada por un historiador, hijo de un héroe de la guerra, Mambrú deja ver que basta con investigar un tanto para descubrir que todo lo que se nos ha dicho es mentira.

Perder es cuestión de método, de Santiago Gamboa. 1997. Al periodista Víctor Silampa le cambia la vida ―se le transforma por completo― cuando se ve involucrado en un salvaje crimen, que lo termina metiendo en lo más bajo del lumpen. Una de las más divertidas novelas negras colombianas, cuya versión cinematográfica no le hace justicia. Así que si solamente ha visto la película, léase el libro. Lo va a disfrutar.

Rosario tijeras, de Jorge Franco. 1999. Esta novela ―que se lee de un tirón y que tiene una estructura bastante interesante― cuenta la historia de un personaje inolvidable: una bellísima mujer sicario, de la que todos los hombres se enamoran, incluidos dos 'niños bien' que no se le despegan. Ha sido llevada al cine y a la televisión, y con ella Franco se alzó con el premio de Novela Negra de Gijón, en 2000.

El desbarrancadero, de Fernando Vallejo. 2001. Qué complicados son los sentimientos y las relaciones entre hermanos. Que lo digan si no los protagonistas de El desbarrancadero: Darío está muriendo de sida, mientras que su hermano (algo más que un alter ego de Vallejo), amargado y 'cantaletoso', con amor y odio, pasa revista por la vida que compartieron y por esa familia, que ahora se extingue. Esta novela obtuvo el premio Rómulo Gallegos en 2003.

La lectora, de Sergio Álvarez. 2001. Una joven está leyendo en el Parque Nacional, de Bogotá, y en menos de un parpadeo es secuestrada. ¿Por qué? ¿Para qué? Sus captores sólo quieren que lea un libro. Así arranca la historia de La lectora, una novela en la que se entrelazan tres emocionantes relatos. El crítico Camilo Jiménez alguna vez anotó: "Está tremendamente bien hecha, con personajes sólidos, historias finamente hiladas y (...) estilo impecable e implacable".

Tamerlán, de Enrique Serrano. 2003. Nada más ni nada menos que una de las novelas más elegantes de los últimos tiempos en la literatura colombiana. Centrada en la figura histórica de Timur Leng, "el cojo de hierro", fundador del imperio Timúrida, y más conocido como Tamerlán, está narrada a través de cartas que si bien hablan de batallas y de grandes gestas, se meten tan profundamente en los sueños y fracasos del ser humano, que la lectura del libro resulta inolvidable. 

Delirio, de Laura Restrepo. 2004. Uno de los inicios más atrapadores de nuestra literatura: un hombre llega a casa después de un corto viaje de negocios y encuentra que su esposa ha enloquecido completamente. Ahí arranca la trama de Delirio (novela ganadora del premio Alfaguara en 2004), una historia que muestra la cantidad de secretos que puede haber en la vida de la que parece una mujer común.

Ursúa, de William Ospina. 2005. Aunque muchos le critiquen que tiene más de poema o de ensayo, que de novela, es innegable la importancia de Ursúa en la narrativa de los últimos 25 años, porque es una obra arriesgada, porque proviene de años de investigación y por la musicalidad y ritmo de sus párrafos. Cuenta la dramática historia de Pedro de Ursúa en su misión colonizadora. 

El salmo de Kaplan, de Marco Schwartz. 2005. ¿Algún nazi logró huir hasta Colombia? Según lo cuenta esta novela, sí, y vive no muy lejos de la comunidad hebrea en una ciudad del Caribe colombiano. O al menos así lo cree un entrañable anciano judío, quien, de la mano de un sargento de la policía, empieza la cacería, que lo llevará a un final inesperado. Obra ganadora del premio La otra Orilla, en 2005.  

El olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince. 2005. El doctor Héctor Abad Gómez fue asesinado por la extrema derecha en 1987. Casi dos décadas después, su hijo, que ya había publicado varios libros, se atrevió a lanzar algo en lo que llevaba mucho tiempo trabajando: una obra que fuera un homenaje a ese gran médico, ensayista y político que fue Abad Gómez. Sí, una biografía, pero también una declaración de amor y, cómo no, una maravillosa novela libre de toda ficción.  

Aitana, de Germán Espinosa. 2007. Tras la muerte de Aitana, su esposo, todo un intelectual, empieza a escribir los últimos días de la mujer, quien, según parece, murió víctima de la brujería hecha por un poeta, a quien él no quiso escribirle un prólogo. Con la agudeza y la erudición de siempre, Germán Espinosa escribió esta novela, inspirada, por un lado, en la muerte de su esposa, y por el otro, en el mundo cultural colombiano, del que se burla maravillosamente.  

Sálvame, Joe Louis, de Andrés Felipe Solano. 2007. Una novela llena de humor, que tiene como protagonista a Boris Manrique, joven fotógrafo de sociales ―y encargado del consultorio sentimental― de la revista Control remoto. Sálvame, Joe Louis no sería más que un libro para pasar un buen rato, si no fuera por lo hondo que se mete en los sentimientos de sus personajes. El año pasado, el autor fue elegido por la revista Granta como uno de los 22 mejores escritores jóvenes de habla hispana. 

Los ejércitos, de Evelio Rosero. 2007. Según muchos, la gran novela colombiana de los últimos 25 años. No por nada, se alzó con el premio Tusquets en 2007 y con el Foreign Fiction Prize, de The Independent, en 2009. Cuenta la historia de dos maestros ―Otilia e Ismael―, que en San José, un pueblito perdido en el conflicto colombiano, consiguen llevar una vida casi normal, aun entre las ruinas. Una imperdible historia sobre la búsqueda, en la que a tantos se les va la vida, de un lugar en el mundo.

El mariscal que vivió de prisa, de Mauricio Vargas. 2009. A veces los galardones hacen más mal que bien, y algo así le sucedió a esta novela, cuyo premio Bicentenario-Telefónica, de 2009 (para el que jamás hubo convocatoria), generó todo tipo de comentarios. Qué lástima, porque se trata de una excelente pieza literaria, que cuenta la vida del mariscal Antonio José de Sucre no sólo con rigor, sino con muchísima belleza.

Autogol, de Ricardo Silva Romero. 2009. Alguna vez el autor comentó: "Quería digerir el hecho de que hubieran matado a un jugador por haber cometido un error. No quería que pasara en vano". Y es que Autogol cuenta la historia de un locutor deportivo que, tras apostar por el triunfo de Colombia en el Mundial del 94, se queda mudo cuando Andrés Escobar mete el autogol; entonces decide asesinarlo. Una novela, resultado de años de investigación periodística, que no se puede soltar.

Tres ataúdes blancos, de Antonio Úngar. 2010. En un país llamado Miranda, un hombre se ve obligado a suplantar al líder del partido político de oposición, pues es la única forma de tumbar al régimen dictatorial. "Un thriller esperpéntico, satírico y llamado a convertirse en el primer escalón representativo de una trayectoria literaria a la que habrá que estar muy atento", escribió Ricardo Baixeras, de El Periódico. Obra ganadora del premio Herralde de 2010.

El ruido de las cosas al caer, de Juan Gabriel Vásquez. 2011. Con Los informantes, ya Vásquez había mostrado que su talento era grande, y sí que lo comprobó con esta novela, último premio Alfaguara. El joven Antonio Yammara decide investigar sobre la vida de su amigo Ricardo Laverde. Y esa indagación lo lleva a la Colombia de los años setenta, al reino del narcotráfico y a trazar el mapa de la amistad y el amor en una sociedad marcada por el miedo.

La luz difícil, de Tomás González. 2011. David, el alter ego de Tomás González (aparece en casi todas sus obras), ahora está viejo, y lleno de tristeza y melancolía recuerda la trágica muerte de Jacobo, su hijo mayor, en un accidente. Una trama sencillísima en una novela esplendorosa, frente a la cual la crítica se ha deshecho en elogios. Luis Fernando Afanador, por ejemplo, escribió en Arcadia: "Sólo hay que dejarse habitar por la presencia de ese libro extraordinario".
Tomado de: